Si en algo están de acuerdo los empresarios y empresarias con experiencia es que la incertidumbre forma parte de sus negocios en mayor o menor medida. Nada es para siempre y la agilidad y rapidez con la que las empresas se adaptan a estos cambios marcarán la propia supervivencia de la misma. Cambian los precios, las demandas del mercado, las fuentes de producción y, por supuesto, las instalaciones que se necesitan para acoger a nuestros trabajadores. Hoy veremos cómo también podemos ser ágiles realizando cambios en nuestras oficinas para que eso no sea impedimento en la consecución de nuestros objetivos profesionales.

Reformas sin obras

El simple hecho de sopesar la decisión de realizar reformas en la oficina nos llenará la cabeza de martillazos, cemento, polvo, escombros y albañiles entrando y saliendo durante semanas o quizás meses. Esta visión tan desalentadora nos hará cuando menor dudar acerca de la viabilidad o conveniencia de la reforma y puede que lastre las espectativas de creciemiento que teníamos planeadas.

Por esa razón debemos ser previsores desde el principio. Lo que vamos a contar aquí no es nada nuevo, de hecho lleva décadas en uso, pero sí que la bajada en los costes y la mejora en la calidad de los materiales lo han aupado como una alternativa económica y adaptable a la hora de organizar los espacios de trabajo. Hablamos de la disivión de espacios con mamparas de oficina.

Diseñar nuestra oficina en 4 dimensiones

Los proyectos de reformas tradicionales representan una foto estática de las necesidades actuales de la empresa. Tienen en cuenta cuestiones como la superficie total del local, el número de empleados, los departamentos, zonas comunes,… pero no aplican una variable fundamental en los tiempos que corren: el tiempo. Es decir, simplemente preguntarse ¿esos departamentos seguirán siendo los mismos dentro de 5 años? ¿Esta sala de reuniones dará cabida a nuestra plantilla en un par de años? ¿Seguro que no necesitaremos un área de descanso?

La reforma de oficina sin obras, además de la comodidad y sencillez de la que ya hemos hablado, sí que añade el tiempo a la ecuación y da solución a problemas de organización futuros.

Adaptando la oficina al presente

Pongamos el ejemplo de un Coworking. La evolución natural de este tipo de espacios de trabajo compartidos suele ser comenzar con una sala amplia y diáfana para acoger a cuantos más coworkers mejor. Con el tiempo los coworkers terminan formando equipos de trabajo que con toda seguridad acabarán demandando su propio espacio dentro del coworking. Ante esta tesitura puede ocurrir que el gestor del coworking realice una reforma para crear ese espacio, o bien que todo el equipo al completo se marche a otro coworking o a su propio local para satisfacer sus necesidades.

Lo mismo ocurre con los espacios comunes como sala de reuniones, cafetería o asesos. Al principio suelen ser demasiado grandes para la poca demanda de usuarios pero con el tiempo se quedan pequeños.

Las mamparas de oficina literalemente se mueven de un sitio a otro, se añaden y se quitan sin obras y son la base perfecta de entornos de trabajo en los que las condiciones pueden cambiar de un día para otro. Que una reforma en la oficina no vuelva nunca a ser nunca más una excusa o un problema para no seguir creciendo.