Cuando gestionamos un negocio nuestra política de empresa, así como nuestras acciones de marketing hacen que lleguen hasta nosotros todo tipo de consumidores. Personas que con el tiempo pueden llegar a ser buenos clientes o malos clientes. Cada uno de ellos nos aporta una información diferente. No obstante, el mantener a los malos clientes a nuestro lado siempre es una elección.

Plan estratégico de marketing

Para que cualquier estrategia empresarial funcione es necesario un servicio de calidad. Por mucho que una empresa se empeñe en realizar acciones de marketing y fidelización de clientes, si posteriormente no es capaz de ofrecer un servicio de calidad, acorde a las necesidades de su público, poco tiene que hacer dentro del mercado.

Los buenos clientes desean satisfacer una serie de condicionantes clave para que la compra final se produzca. La calidad de servicio es la capacidad de dar el servicio que cada cliente necesita exactamente y de la manera que requiere cada cliente. Aún así, lo más importante es recordar que cada persona necesita algo diferente por lo que este servicio no es estándar para todos, sino que ha de ser personalizado.

El error de conservar lo malos clientes

Cada vez son más las empresas que han optado por depurar sus bases de datos de aquellos clientes que no cumplen con sus expectativas. Y es que dentro de una relación comercial hay que aprender a decir que no. ¿Por qué? Pues porque un mal cliente nos hace perder tiempo y recursos que no se recuperarán.

Las nuevas tecnologías están permitiendo a las empresas saber con exactitud quiénes son sus mejores clientes. No obstante, hay que tener cuidado con los datos que se muestran a la competencia, ya que todo el trabajo que ha supuesto mantener a nuestros mejores clientes puede ser tirado por la borda si otras empresas del sector intentan «robarnos» a estos grandes consumidores.

Características de un buen cliente

Las personas por las que merece la pena luchar comercialmente son aquellas que aportan beneficios a la relación marca – cliente. Es decir, aquellos consumidores que hacen que nuestros esfuerzos obtengan resultados positivos. Por lo general, un buen cliente es aquel que:

  1. Comunica sus expectativas con claridad.
  2. Brinda un margen de tiempo razonable para hacer las cosas bien.
  3. Permiten una buena comunicación entre la empresa y el cliente.
  4. Pagan lo justo por el producto o servicio requerido.
  5. No se retrasan en los pagos.
  6. Buscan una relación continua y duradera en el tiempo con la marca.
  7. Confían en la calidad de los servicios y exigen que se cumpla.

En definitiva, los malos clientes nos pueden enseñar lo que no debemos hacer para perder recursos innecesarios en nuestra empresa, así como a engañar a nuestra competencia. Sin embargo, los buenos clientes son aquellos en los que debemos centrar toda nuestra energía y esfuerzo, ya que realmente será valorada por ellos.

Una empresa se mantiene de personas que no dan más trabajo del necesario para vender un producto y/o servicio.